Cuando el camino se convierte en torrente y no es posible enfrentarse a la terrible corriente, ni estaría bien visto -a nuestros propios ojos- entregarse a ella, es el momento de hacer un alto… en un camino inexistente -porque está pendiente de ser trazado con los pasos decididos de un perpetuo Machado-.
Estaré pendiente de la evolución natural de esa corriente ingobernable y destructora. Y volveré… volveré pronto, cualquier día, a estar con vosotros: amigas y amigos blogueros.

Cierro los ojos.
Una profunda inspiración,
al menos una vez al día,
para ir soltando, despacito,
los horrores,
los errores,
los miedos,
las tonterías…
¿Adónde irá
la alegría?
…
Propósito hasta la vuelta:
repetirlo
cada día.
–